La gestión de las comunicaciones es un tema que ha cobrado relevancia en los últimos años, ganando así terreno en el mercado. Pero, ¿qué mercado? ¿Quiénes gestionan? ¿Hay gestión para todos? ¿Es posible?
Una simple mirada por la realidad de nuestro país arroja como dato que solamente grandes empresas pueden hoy gestionar planificadamente sus comunicaciones internas y/o externas. Esto se debe, básicamente, a una cuestión de conciencia y a un tema presupuestario. Es por ello, que las empresas que trabajan sobre sus comunicaciones, ya sean con sus empleados o con sus clientes, son aquellas de grandes dimensiones y que se encuentran - en su mayoría - centralizadas en las grandes ciudades.
Respecto a la conciencia, se trata de entender que las organizaciones son un sistema abierto, y que deben por ello atender a los procesos de comunicación que le permiten sobrevivir en el contexto en el cual se encuentran. La gestión de las comunicaciones no es un gasto, es una inversión necesaria para optimizar el funcionamiento general de un negocio, principalmente, porque la comunicación lo transversaliza.
El segundo paso después de asignarle a la gestión de las comunicaciones la importancia que se merece, es fijarle un presupuesto. Esta afirmación no es caprichosa. Toda gestión implica planificar para actuar sistemática y metódicamente. Y planificar, requiere de un equipo de trabajo o de una persona especializada que pueda dedicarse ampliamente a trabajar para obtener resultados positivos que impacten sobre el negocio.
El problema radica en que muchas empresas valoran la importancia de trabajar sobre este recurso intangible que es la comunicación, pero no pueden asignar un alto presupuesto para gestionarlo, como lo es el caso de las Pymes, las ONG´s, las fundaciones, entre otras pequeñas y medianas organizaciones. ¿Es posible gestionar las comunicaciones en estas realidades institucionales? La respuesta es sí. ¿Por qué sí? Porque la gestión de las comunicaciones no se estandariza. Cada organización es un caso diferente, lo que permite adaptar metodologías y aplicar un modelo propio que beneficie a la organización.
El primer paso es planificar los procesos de comunicación e ir trabajando en ello ordenadamente, privilegiando los aspectos más importantes o donde se visualice un problema. Lo importante es trabajar sobre la comunicación en aquellas zonas críticas, neurálgicas o problemáticas de una organización, impactando positivamente.
Independiente de la dimensión y la naturaleza, toda organización es un conjunto de seres humanos que se interrelacionan para lograr un objetivo común. Entonces, si la comunicación se convierte en uno de los objetivos, seguramente, gestionarla será posible. Quizás la labor de quien asuma el desafío de trabajar las comunicaciones en pequeñas y medianas organizaciones será a fuerza de pulmón, pero la respuesta es sí. Sí hay gestión para todos.
Lic. Luisa Ahumada
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